Nacida de un sueño
Nacida de un sueño
Mísera alma errabunda,
involuntario orador de su penuria,
voz aherrojada en el eco de una palabra,
longevo letargo sombrío,
nocturno plañir de neblina,
pulso tenebroso de corazón ausente;
trastorno indolente,
lúgubre remembranza melódica de una pérdida;
epístola carmesí,
póstuma confesión doliente de una esperanza;
inocuo vagaroso onírico,
impía hesitación proferida en el clamor
a una muerte,
célica clemencia prometida al mártir desistido
que desvela
la tristeza
de su aciaga presencia.
Se compadece,
al altar de tu recuerdo,
mi rosario de hálitos;
y mi alma, que nació para añorar,
te ofrenda
un litúrgico soliloquio culposo,
por saber
que naciste de un sueño.
Comentarios
Publicar un comentario