Esperanza

Esperanza

Si tan solo,
transiletar pudiera 
todo lo que tu mirar canta;
quizá,
tu corazón ganara,
y no continuaría sufriendo
en este infierno
ausente de ti.

Si tan sólo,
el Cristo ciego que en mi alma habita,
feneciera pronto,
triste no sería su recuerdo
ni fútil mi plañir.

Quizá,
si Dios no me hubiese amado tanto,
grata encontraría la cálida compañía
que me procura;
y no sería ello una hiriente culpa
de percibirme indigno 
de su caridad;
tendría derecho humano
de ser lastimado,
y morir en soledad.

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