Clemencia
Clemencia
Inocente ángel impelido
por el eco
de su pecaminoso sueño;
suficiente pena
no te fue tener un alma
mohína,
fúnebre,
ciega
devota de un rosario de lágrimas.
Inocente ángel,
compadezco tu pérdida;
daría la soledad de la mía
por arrullar tu llanto;
mas,
ausente es su sombra,
y sus consuelos
son sólo mentiras
que Dios le enseñó a cantar.
Inocente ángel,
suficiente suplicio
no nos fue haber nacido;
sino
escuchar el lejano lamento
de una abandonada alma
que aún espera
el arribo
de su fenecido Cristo.
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