Soliloquio de un apóstol desertor

Soliloquio de un apóstol desertor

Qué más quieres de mí, señor;
si te he dado cuanto pude,
si hice
cuanto estuvo en mis manos;
si diligente,
raudo,
acudí al mandato de tu voz;
si ante el llanto de un amor desolado,
devoto,
peregrinaba en las cenizas de tus palabras,
con la víspera de divisar
el rescoldo de un beso de compasión.

Qué más quieres de mí, señor;
si a diario con tu silencio conversé;
si en mis rezos, 
nunca ausente estuvo la fe;
si resignado,
culpable,
sigo soportando 
la penitencia de mis pecados;
si incluso mi vida tomaste
en el instante
en que nací.

No me resta más que
los lamentos de un corazón crucificado,
la esperanza de un recuerdo,
una desamparada soledad senil.

No,
la esperanza no,
por favor;
bien sabes no me pertenece,
que juré protegerla,
que sin ella 
no podre vivir.

Tienes razón, señor,
ambas estarían mejor sin mí.

Comentarios

Entradas populares