Apología a un aciago diablo

Apología a un aciago diablo

Agonizante, taciturno, moribundo diablo 
triste, desolado, 
que lloras en la sombra 
de un nocturno olvido; 
cuyo misérrimo, exhausto 
mirar 
pregona la condena 
que guarda la pena 
de un Cristo decepcionado; 
culpa de un pecado 
sólo por Dios conocido, 
encuentra el alma 
que contempla 
la ausencia de tu fulgor extinto; 
eco de lóbrego cielo 
que canta 
los epitafios 
de tus sueños muertos. 

Me miento 
al pensar 
que el candor de mis besos 
pueda brindar consuelo 
a los estigmas de tus miserias, 
que siempre recuerdan 
el paraíso perdido.

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