A una golondrina
A una golondrina
Desamparada golondrina mísera,
trotamundos,
que vuela por sobre los adustos cielos
plañideros de desesperanzas,
cargando en el maletero de tu silencio
el retrato
de un desteñido padre nuestro,
y el difuminado beso de un amor
en tu mirada;
leo,
entre las mortecinas líneas
de tus epístolas postreras,
el lamento de una inocente ilusión
ante el obsequio de una mentira.
Tienes razón:
hace frío,
este mundo no es tan bueno.
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