Realidad
Realidad
El llanto de una pena
invoca sus indeseables presencias;
raudos asisten al lamento de una miseria,
ferales heraldos de una palabra impía,
sombríos jinetes de indolentes penumbras.
Cabalgan sus sombras por
una vasta tierra baldía;
tras de sí dejan
el eco de una sórdida tormenta;
al recuerdo de sus pasos postreros
se rinden grises esperanzas.
Señores portadores de un silencio
al que incluso Dios teme.
Vástagos de un dolor
al que incluso a Dios hiere.
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