Esclavos

Esclavos
Puedo escucharlo,
incluso escondido, refugiado
bajo el penumbroso velo
de un abrumador, consolador silencio.
Puedo sentir las mezquinas caricias
de sus ardientes lágrimas secas;
el furtivo, huraño dolor
de sus altivos, impíos sollozos,
que no imploran,
no lamentan,
no perdonan,
tan sólo odian.

El pasado llora;
su mirada triste aún otea con recelo,
ojeriza, a un desdeñoso, falaz porvenir,
ladrón vagabundo de sus azules sueños.

El pasado llora, le comprendo,
la primavera se marchitó
ante la ausencia de amor.

El pasado llora,
le rendí mi corazón
con deseo de que su latir le arrullara.

Yo lloro con palabras;
perdí mi corazón,
él es lo único que me resta.

Esclavos, míseros victimarios:
el invierno que no ama,
el silencio que siempre calla.

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