Nacidos para la soledad

Nacidos para la soledad

Abruma, descorazona, 
el inconsolable llanto
de una quebrantada,
olvidada, despreciada promesa.

Resuena, atemoriza, seduce
el eco estridente 
de una inexorable, 
vieja, deleznable condena.

El impío oráculo 
dicta una sentencia llamada porvenir.

El mirar se desnuda de las tinieblas,
aprende a contemplar con otros ojos.

Las voces comparten un sagrado voto,
mas los inocentes pensamientos
mantienen una furtiva,
límpida, candorosa confesión.

La ira es tristeza,
la tristeza una culpable alegría,
una oscura bruma
de falsos recuerdos 
de irreconocibles sueños.

El yo fenece para reencarnar en él;
el vagabundo futuro 
emprende errante retorno,
en vísperas de divisar 
lo que perdió.

Llora una desolada promesa,
el espejo propala sus sollozos.
El abyecto corazón
ejerce traición,
recitando versos ajenos,
distantes,
incomprendidos.

Existen hombres que nacieron
para cortejar a la soledad.

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