La soledad tiene tu voz

La soledad tiene tu voz

Pasado tanto tiempo
de percibir sus nobles susurros,
mas poco de apreciarlos, 
saboreé en ellos
el encanto
de algo creído perdido, olvidado;
que fuese,
en su tiempo
y para siempre,
cercano y distante, lejano,
ardiente y helado,
temerario, benévolo, soberano,
propio y ajeno,
lindo y perverso.

De sus labios
degusté la no escuchada razón:
la soledad tiene tu voz;
tu ritmo,
tus suspiros,
tus pautas,
tu armoniosa, 
embelesadora,
lasciva cadencia.
Tuyas son las palabras
que abrazan,
consuelan,
engañan,
que lastiman, hieren,
matan.

De su voz emanan
convalecientes esperanzas,
errabundas,
soñolientas,
necesitadas.

Tuya es su voz,
que calla,
que no escucha,
que no responde,
impía,
misericordiosa,
la devoción al loable desprecio
del mísero deleznable.

La soledad se enamoró de tu recuerdo,
la soledad tiene tu silencio.

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