Asesino anónimo

Asesino anónimo

Contemplo la sempiterna, 
poética fábula del silencio;
con la misma devoción,
ahínco,
cariño, de un ingenuo, noble infante,
embelesado, sorprendido;
necesitado, 
humillado, desesperado, 
como un mendigo de compasiones,
el onírico desilusionado.
Escucho sus palabras con la compasión 
de dos eternos desconocidos 
que intentan reconocerse:
el que encuentra su voz en la nada,
el que descubre en la nada, sus palabras.

Escucho siempre la perenne, cíclica historia
de un hombre que desconocen su presencia,
dudan, niegan su existencia;
cuya ausencia es abrazada, amada, por sus queridos;
que se cree ser conocido.
Un hombre aislado, triste, huraño, desolado,
que mora en las más lejanas alturas;
cuya voz no es escuchada;
sepulcral de secretos, misterios, lamentos;
de palabras vacuas que niegan sus sentimientos,
que profana, misionando lecciones no aprendidas.
Un hombre despótico, feral, despiadado, 
gentil, humilde, cortesano,
que consume fulgores, priva resplandores
con sus pensamientos;
por amor, tristeza, rencor, deseo, mandato, miedo.
Un hijo más, preso de la misma condena,
dueño de igual sufrir,
esclavo del inexorable suplicio,
un amante más.

Escucho sin cese, la historia lacerante;
mas nunca he comprendido su esencia.
Susurran los sollozos:
las lágrimas propias carecen de valor,
de dueño;
la vida no es reliquia de su portador, 
sino de quienes le aprecian, le adoran.
La tristeza, el amor,
la vida y la muerte
siempre son un pacto de dos.

Comentarios

Entradas populares