Miedo

Miedo

Tengo miedo de dormir y no soñarte,
de perder la ilusión de algún día 
poder encontrarte,
de verme ante la necesidad 
de tener que olvidarte.

Temo por el que pronto llegue el día
en que visite el infierno
y que me sirva de compañía,
tan sólo
la ausencia de tu recuerdo;
de que los sentimientos decidan callar,
de que lleguen a un convenio con el silencio;
cediendo,
alzando con victoria la bandera de una tregua;
resignándose a que todo perdido está,
que nada queda por hacer,
mas que brindar en un honor 
de una melancólica felicidad.

El temor me domina 
en cada ocasión en que la mezquina vida,
por amor, compasión, me abofetea.
Me agobia la pena que amenaza
con matar a mi escritura,
que siempre nació con la noble mentira
de rendir tributo, hacer un monumento,
a tu belleza.

Tengo miedo de no poder salir
de la habitación oscura
a la cual entré, en búsqueda 
de tu sombra,
aun sabiendo que no te encontraría,
mas me reconfortaría el pensar
que allí te encontrabas;
más temo por no desear y saber que 
pronto me he de ir.

Temo por el momento en que el altivo cielo
se olvide de los prisioneros del infierno; 
de que desistan las plegarias 
de exiliarme de mi condena.
Que el paraíso sea soberbio,
y prive de su reflejo
a su devoto espejo,
al no necesitar contemplar su hermosura
para apreciarla, conocerla.

Tengo miedo de ti, mi ángel exterminador;
de tu canto;
de que alguien más sea capaz de encontrar 
en tu voz,
lo que yo descubrí en tu silencio.

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