Un hombre llamado Muerte

Un hombre llamado Muerte

Endebles susurros de una brisa cálida de gélido viento, me presentan a un viejo conocido extraño. Afables palabras de nostalgia en días de melancolía, fecundan nuestro encuentro. Un hombre cuya presencia no frecuento, mas entre ambos se mantiene vivo, un compasivo respeto. 

Nuestras palabras traicionan nuestro mirar; en el abismo de la penumbra de sus ojos, puedo apreciar, las verdades que su voz silencia, las realidades que no han de demorar en suscitarse. Tengo plena consciencia que en mis fatuos fulgores, se es libre de leer las agónicas preguntas que callan por el temor de conocer las respuestas.

Nuestras voces se dirigen, una a la otra, como dos neblinosos recuerdos que no se desean esfumar, mas nuestras miradas confiesan los secretos grabados en el papiro de la palabra del silencio.

No me lo dice y no se lo menciono, se compadece de mí, pues sabe me resta poco; yo me compadezco de él por saberlo todo.

Aún se mantiene entre ambos, el pacto de caballeros; sabiendo que habré de emprender el sendero cuando se consuman mis tormentos, puesto que, no habré de saber seguir sin ellos.

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