Amor: tormenta de turbios pensamientos

Amor: tormenta de turbios pensamientos

Lotos de flores invernales, llenos de pureza, descienden del anochecido cielo, danzando la pieza de la tormenta de turbios sentimientos. El mísero, esclavo de sus virtudes, observa, a través de una ventana empañada, el desfile; presagia su futuro en un pasado inexistente. Con gélido rencor, desafía a su dios, cincelando por medio de grafías, la vida que éste último por repudio no fue capaz de darle. Temerario y con desesperación sigilosa, furtiva, desea desprenderse de su esencia humana, esmerando terminar su condena; aprisionando sentimientos en la celda de sus tinieblas, asesinándolos con el despiadado silencio. Su verdadera sangre le acompaña, su ciervo leal se encarga de la obra llamada masacre. El frenesí les excita, comienzan a transfigurarse en bestias; el furor, fervor se evapora. Se pierden, entregan, al placer. Alguien abre la puerta y entra. Ella le mira con afabilidad: el mísero nunca ha sabido corresponder a esa mirada candorosa. Con desprecio fruto de su impotencia, evade la mirada, postrando sus fulgores en el comprensible suelo. Ella, inmutable y con naturaleza, se acerca a la ventana; el mísero le acompaña mirando sus pasos. Ella desprende el vapor de la ventana y le pregunta: ¿le escribes? El mísero, pasmado por la pregunta, observa su rostro y con velocidad de pestañeo, sus ojos abrazan de nuevo el suelo. Ella continua: Me gustaría que te contestara, pero creo mis plegarias aún no son escuchadas. Su voz dulce, heraldo de tranquilidad, titubeó ante sus últimas notas. Como punto final, le ofreció una sonrisa inefable, compasiva, que besa con tristeza, que implora alegría. Sin embargo, él no la apreció. Ella emprende su retorno sin demora. El mísero contempla su figura, la tristeza le invade, desea detenerla, mas su cuerpo le traiciona; siente que la vida se diluye nuevamente de sus manos, con rápida lentitud. Ella se marchó y en pos cierra la puerta. El, ahogado en sus penumbras, comienza su inconsolable y desolador llanto, comienza a danzar la tormenta de turbios sentimientos.

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