A la fiera

A la fiera

Habíame reservado las palabras, escondiéndolas, tratando de ocultar su sencillez; pretendiendo esperar con esmero el momento indicado, el correcto, el sensato, en que fuesen lo mínimamente decentes, dignas de transmitir un sentimiento inconmensurable, que se anida, florece, y da vida.

Habíame guardado las palabras, cubriendo tras o con el acto mi cobardía ante la empresa con el manto de la modestia, disimulando mi ingenuidad, mas el tiempo con solo tres palabras me mostró que la ingenuidad es parte de la dicha y que las palabras son incompetentes como reflejo de emociones.

Habíame reservado palabras de luto, en días grises, augurando que el vórtice se tragaría, consumiría las brazas de la pasión, dejando en pos tan solo las cenizas del desgarrador recuerdo.

Habíame reservado palabras de luto, guardando silencio ante el temor de que nada fuese el retrato de su pasado, mas tras tres suspiros de valor, comprendí que la verdadera algarabía recién había comenzado.

Hemos pasado por tanto mi amada fiera: hemos sido victimas de escarnios, se han burlado con crueldad de nosotros, han intentado desmembrarnos, quebrantarnos, separarnos de diversas formas, sin embargo, el fervor que nos funde nunca desistirá. Ellos son incapaces de comprenderlo y jamás lo harán, pues para ello es necesario saber amar y lejos están de las sendas que guían tal camino, sin siquiera ser capaces de divisarlas.

Hemos pasado por tanto mi preciada fiera: hemos sufrido las ardientes heridas que conciben las inquinas, las injusticias, desgracias, soportado su dolor y aprendido a curarlas con la esperanza del deseado porvenir.

Hemos aprendido uno del otro a amar : ignorando defectos, perdonando con el olvido agravios e insultos. Dejando, dando todo el uno por el otro: nombrándonos locos por la pasión desbordante existente entre ambos, sabiendo que solo en los dominios de locura se es libre de todo, mas condenado se está al placer de amar.

Hemos sido tan felices juntos mi adorada fiera: entre lágrimas y risas, cantos y gritos, degustando cada momento, conociendo lo efímera y longeva que puede llegar a ser la alegría.

Estamos en la cima, amada fiera, en las alturas, en la cúspide. Siente, regocíjate, nútrete del calor que emanan los fulgores de sus mirar, somos el centro y no existe nada más.

Estamos en lo alto y disfrutemos que lo imposible ha sucedido, que la pálida realidad ha vestido pastelosos matices de sueño, disfrutemos sin importar la naturaleza del suceso que se ramifique de ello, después de todo, sabemos que estaremos juntos, puesto que, hemos contraido nupcias ante la eternidad. Estaré, estarás, estaremos ahí cuando nos necesitemos, brindándonos seguridad, consuelo, vehemencia. 

Gocemos mi querida fiera, el sueño que todos anhelamos y que lamentablemente la azarosa existencia ha privado a algunos de cumplir. Que nuestro festejo sea tan jovial que la muerte sienta la necesidad, envidia de vivir; que nuestro festejo sea tan estruendoso que derrumbe toda frontera, toda ausencia, que permita percibir tan cercanos a los que más lejanos están; que la flama de nuestra pasión arda sin mesura y evapore al día más gélido.

Estamos en lo más alto mi amada fiera, y siempre lo hemos estado, mas ellos no querían convencerse de lo incomparables que somos.

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