Te estoy perdiendo Mundus

Te estoy perdiendo Mundus

Te estoy perdiendo Mundus. Dulce y afable demonio que a mis oídos susurras de manera armoniosa las tinieblas que queman a mi ser, permitiendole sentir, aun por poco que sea, el posible sentimiento que engendra, el quizá verdadero vivir. Esas palabras cálidas, impregnadas de abrazadora compasión, ardiente regocijo.

Te estoy perdiendo Mundus, el dolor ya no desangra, el sufrir se matiza insignificante, haciendo predominar, imperar la indiferencia. Los espectros que concibe la vida esfuman tu presencia, silenciando el sublime y armonioso canto infernal, haciendo sólo permisible de escuchar los estruendosos alaridos, los llantos que rezan de manera exasperada el temor que transfigura las virtudes en un cristalino reflejo de desdichas.

Te estoy perdiendo Mundus. El esmero y la pasión por alcanzar, siquiera divisar la supremacía, se difuminan, matizan neblinosos e inclusive, inexistentes, imaginarios, absurdos, cuando las culpabilidades son tan pesadas, deteriorando, extenuando, exterminando al ser, negandole la misericordia de al menos divisar el mínimo motivo que le reimpulse, aliente, se compadezca, ayude a retomar su marchar.

Te estoy perdiendo Mundus, o es quizá, que día a día soy más cercano a ti.



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