Réquiem de ilusión

Réquiem de ilusión

Hacia un largo tiempo, un soberano cuyos ojos en sus más marchitos días recuerdan haber apreciado la vida, mas cuando la primavera volvía a sus memorias tan solo concebía su recuerdo desteñido y arrugado. Cuando la triada era un cuarteto, cuando la vida era tan solo un juego, cuando el solemne era un bufón, cuando la risa ajena simbolizaba un fruto compartido y que sin conciencia se conseguía, cuando todo era tan normal, cuando la diferencia no existía. No obstante; conforme silbaba el viento emanado desde aquel momento en que de los cuatro restaron tres y de los tres ninguno atendía a la vida, mas quizá por la condescendencia que engendra el amor pretendían hacerlo, el soberano, prefería no apreciar la melodía que en tan lejanos ayeres invocaba sus alegrías, puesto que en sus últimos días, tan solo atraía espectros de remordimiento y en los más piadosos momentos, la triste melancolía era quien se presentaba, con el afable anhelo de consolarlo.

Cuando el soberano no lo era y nunca pretendió serlo. Cuando la vida le forzó a ello, heredandole el trono, figurandolo como una condena, mas ello le estrecho tan fuertemente con su igual... su verdadero igual, pese a que la eternidad los había distanciado, era esta quien ahora los unía. Apreciando el recuerdo como un libro repleto de simbolismos al cual acudía de manera inconsciente cuando el tormento se suscitaba, sabiendo que encontraría la lección adecuada no para afrontarlo sino tan solo para comprenderlo, sin embargo, de igual manera sabía que conforme más estridente era el tormento, más valiosa sería la lección y más hiriente el dolor.

Hace tiempo, un soberano en búsqueda de lecciones que justificarán su vida y sirvieran de consuelo para el remordimiento que proclamaba su existencia, decidió perderse en el valle del silencio haciendo proliferar sus pensamientos, engendrando más lecciones con base en las aprendidas. Conforme la melodía que silbaba el viento se extendía a lo largo del tiempo, sin siquiera percatarse, el soberano se había hecho un ermitaño, un amante empedernido de sus tormentos en víspera de encontrar un consuelo más abrigador, se había convertido en un ser cuyas pasiones guardaba celosamente para si mismo. Sin embargo, mientras más el soberano se perdía en sus tormentos, mientras el silencio se hacía más estruendoso, mientras los delirios se hacían más desgarradores, al soberano le costaba un mayor esfuerzo encontrarse a si mismo.

Hace tiempo, un soberano absorto por el martirio de su existencia, abrigó de manera inconsciente una colosal inseguridad, perdiendo su ego llamado autoestima, donde su delirio mayor proclamaba la insignificancia de su existir, convirtiendo su entorno en algo insulso, donde las lecciones no fueron bien aprendidas. Cierto día el soberano en búsqueda del alivio que su exhausto, atormentado ser imploraba con ensordecedores alaridos silenciosos, tomó la decisión de encontrar nuevas lecciones, mas no de un libro cuyos simbolismos fueran tan profundos, tan difíciles de interpretar, decidió buscar una voz y no un recuerdo, el soberano acudió a uno de los otros dos, que, junto con el, conformaban la triada, aquella que hacia un atemporal tiempo había sido un cuarteto. Conforme el tiempo continuaba interpretando su melodía, el soberano se percató que era cada vez más cercano al otro de la triada, así como de igual manera se percató que su consuelo ya no emanaba de lecciones aprendidas sino de la confesión de sus tinieblas, mas esto no lo satisfacía del todo, puesto que el mundo aún se tornaba frío, distante, tan irreal, no obstante, no se atrevía a cuestionarselo a su confidente. Sin embargo, ante el delirio, el ser se doblega y la cuestión hizo acto de presencia, trayendo en pos de sí, la lección cuyo dolor aún desgarra al ser, su confidente le contesto:

"El mundo se torna tan diferente, puesto que, lo que te rodea no te conoce en realidad, sino tan solo les resulta permisible ese reflejo alterado que les has ofrecido. El mundo que te rodea no es el tuyo, ya que no te has presentado ante él como en verdad eres, no has vivido, mas no es tarde para ello, tan solo necesitas seguridad, confianza en ti mismo".

Hace cierto tiempo, el soberano sin siquiera buscarla encontró la seguridad que le era necesaria y sin duda alguna emprendió el sendero de su empresa hacia la conquista de su anhelo. Deseando volver a la vida y reflexionando la lección de su confidente, el soberano se presentó ante su seguridad, ante su deseo, como en realidad era, con el esmero de ofrecerle lo mejor de él, ofreciendo sus más preciadas lecciones, mas la seguridad no le correspondió.

Hace cierto tiempo, un soberano se dio cuenta que en vida había muerto y tan solo escucha la triste y aterradora melodía que silba el aire a través del tiempo, mientras sigue leyendo sus pensamientos, sufriendo mientras reflexiona respecto a que si en realidad las lecciones justifican el dolor que conllevan.

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