Mis delirios sobre la decadencia del hombre
Mis delirios sobre la decadencia del hombre
Introducción
Utilizaré esta sección no con el objetivo de justificar toda culpabilidad en mí, sino por el contrario, dejare por en claro mis debilidades mismas por las cuales es engendrado o desarrollado el presente escrito.
El presente escrito no puede tomarse como una verdad absoluta respecto al hombre moderno, a los problemas que sufre así como de igual manera a la o las raíces que los originaron, dado a que todo el contenido expuesto en él no es más que fruto de mi perspectiva, es decir, mi punto de vista, inspirado, instruido, iluminado o nutrido por diversos autores. Tal hecho es la causa por la cual opté por titular al escrito de tal forma, puesto que siempre he considerado que en los delirios de alguna u otra forma reside la verdad o al menos algo muy cercano a ella.
Con respecto a mi prosa o a la forma mediante la cual plasmé mi mensaje, considero que absolutamente se pudiese entender o mejor dicho mal interpretar el que me considero ajeno a todo lo que compete al hombre moderno, o incluso quizás el que me considero superior a él, sin embargo, aquellas personas que podría considerar me conocen bien, inclusive a tal grado de considerarse a la perfección, me servirán de amparo para decir el hecho que sufro de un complejo de inferioridad, a causa de ello sucumbo ante el poder de mi prosa puesto que considero por medio de ella puedo encontrar la forma de hacer frente a ello. Dado a ello, se puede decir que mi prosa es mi otro yo, uno alter ego al cual he bautizado como “Doc. Mundus”, mismo que no es más que una autocrítica, una autorreflexión y una autosuperación. A causa o por medio de lo anterior, considero puede ser irrefutable el hecho que no soy ajeno ni superior a lo que actualmente sucede ya que después de todo…soy un hombre moderno.
El inicio y posible fin
Resulta evidente e inclusive irrefutable ante mi espíritu, mismo que ante muchos otros recibe el nombre de razonamiento, el hecho que los problemas que acongojan o sufre la sociedad, los cuales podrían ser considerados como actos atroces y degradantes y quizás para muchos otros , no son más que desgracias de las cuales el hombre fue, es y será esclavo o mártir por la eternidad, son el fruto dañino y proliferante producidos cada día de forma más acelerada o acentuada, de las repercusiones de aquellos actos que culmina, materializa o lleva a cabo el hombre, después de todo, él es el único e indudable acreedor de las consecuencias de sus actos que justifican o amparan su criterio al momento de culminarse. Sin embargo, dado a ello, es perceptible a simple vista el hecho verosímil ante mi posible enfermedad, que no existe victima involuntaria, después de todo, siempre existe una salida por más simple, compleja, cobarde o valiente que ésta sea. Es así como, la víctima se convierte en victimario, es así, como el mártir se vuelve verdugo, es así como el profeta se transforma en profanador puesto que sus palabras aluden a algo que sus actos no parecieran conocer, es así como el hombre se convierte en el herrero que pareciera forjar con gran prisa la cadena que lo condenará a lo que posiblemente sería, siguiendo así, fulminar su existencia.
Dado a lo anterior es claro percatarse el que los sufrimientos del hoy, no son más que los garrafales errores del pasado, un pasado no tan remoto y a su vez no tan recóndito, un pasado que quizás ante la ironía o los juegos perturbadores de la vida, misma vida que unos pocos parecieran conocer, otros pocos anhelar, y el resto, la mayoría, pareciera ignorar, no conocerla o prefiere extinguirla, fue borrado. Son los errores del pasado que atormentan al hombre, puesto que del pasado pareciera desentenderse o ignorar a causa de la cruel ceguera ocasionada por aquel maligno sueño guajiro de alcanzar las tierras paradisíacas dotadas de benevolencia divina, propiedad del egocéntrico y arrogante futuro, puesto que para infortunio o desgracia del hombre , ha olvidado por completo que tal futuro no tiene mérito, importancia o esencia alguna sin aquellos de los que va en pos , y sin los cuales no existiría. A causa de ello, es deducible el que tales tierras son tan solo un espejismo de esperanza e ilusión, de los cuales el hombre pareciera venerar con suma devoción en lugar de odiarlas, repugnarlas, acabar con ellas dejándolas enterradas en el olvido, guardarlas permanentemente en un lugar sin salida alguna, al igual como aquellos hombres que sufren de las peores de la muertes , el olvido, lo hicieron con éstos y demás males. Hombres cuyas voces residen en moradas donde sus puertas no sin ni siquiera reconocidas por sus contemporáneos, y la mayoría de los pocos que lo hacen, a causa de las razones que los orillan a tal situación , mal interpretan y manipulan la esencia de las palabras a costa de alimentar su interés, de su propio bien , de su propia superación, misma que resulta una barbaridad, un insulto, un delirio maligno, sea comparada con las de sus predecesores.
Hombre moderno, infame por excelencia, portador de egocentrismo y debilidad intrínseca en su ser, hombre precario indigno de alcanzar grandes cúspides, puesto que ante tu perspectiva corroída eres un superior con respeto a tus pasados, sin embargo esos dos diferentes polos de los cuales eres acreedor y del contrario del cual parecieras inclinarte a impregnar, de ese polo del cual tanto aborreces y juras por medio de tus actos no llegar a ser, y sufres a causa de ello, te orilla ante ésta misma situación bajo la cual ahora y durante largos años has sido acreedor. Eres sin lugar a dudas por causa de tu deteriorado, enfermizo y mal forjado criterio un digno merecedor de la decadencia de tu ser, puesto que aún hoy día, ahogado en los lagos desbordados por mis delirios mentales, te considero una deshonra de tus antepasados. Es a causa de ese egocentrismo amargo, cruel y cegador, mismo por el cual haces alarde de esa superioridad, la cual es una de las más indignas que has poseído, puesto que el dejar engallarse por la esperanza de un futuro mejor sin siquiera tener en mente construirlo más por el contrario, dejas en pos de tus actos tierra infértil para su florecimiento, es a causa de tu egocentrismo la razón de tu decadencia, puesto que indignas y deshonras a esas voces dotadas de experiencia y sabiduría al igual que aquellas pocas voces de tus semejantes, que tan solo con el objetivo del bien común, intentan incesablemente despojar de ti, aliviar en tu ser esa enfermiza ceguera a fin de demostrarte las consecuencias de tus decadentes actos , las deshonras al ignorarlas. Sin embargo, nuevamente a causa de tu desalineado y vergonzoso criterio, sucumbes ante otro de los males que no es más que un derivado o semejante al anterior y del que sino adoras parecieras odiar, sin embargo, la única diferencia entre ambos, es solo la ausencia o la suma presencia de poder. Indignas, menosprecias y humillas a tu ser, dejando el poder que por derecho te corresponde, provocando así un desequilibrio. Te empeñas en humillarte ante sus semejantes, sabiendo de por medio que la única diferencia entre ambos es la cantidad de conocimientos, misma que es la consecuencia de un largo periodo de desempeño y esfuerzo aunado a un cúmulo de experiencias, sin embargo, pese a ello no se refleja en ti desempeño alguno por hacer menor la diferencia entre ambos. Es por lo tanto, el egocentrismo impregnado en ti, en forma o vestido de un sentido de debilidad, de inferioridad, el causante de tu decadencia, ya que después todo, aun siendo capaz de percibir las gravedades de las circunstancias, te empeñas en no solo ser un espectador más, sino lamentablemente no por impotencia sino por deseo o voluntad propia te transformas o eres un actuador que impulsa o da rienda a la proliferación de éstas o demás peores situaciones, permitiendo que aquellos acreedores de poder y dueños o causantes de tales situaciones sigan poseyendo las riendas, los hilos de los cuales tienden no solamente sus vidas sino también las de sus semejantes.
Tú, poseedor digno de desdichas y sufrimientos, tú que vociferas con suma vehemencia, el hecho aborrecible que ante tus ojos pareciera ser una verdad evidente e indudable, el que tú eres diferente ante aquellos para los cuales la preponderancia es el pan de cada día, sin embargo, como una desgracia, la cual ante mi quizás deteriorada y enfermiza vista, ésta es la más desdichada de todas las que poses, ya que considero no existe diferencia alguna entre el preponderante y el débil. Sin embargo para mí, tú eres el más repugnante de ambos, pues es en ti en donde recae la mayor parte de la responsabilidad, tú que sufres las peores de las consecuencias de los actos de los demás, tú que parecieras empeñarte en ser un mártir a fin de poder lograr la santidad, sin saber lo denigrante que es, tú que sufres ante la ausencia del dolor, tú en cuyo ser reside la peor de los egocentrismos, de la prepotencias, de los egoísmo, puesto que tú te resignas a no escuchar las voces donde la sabiduría reside, sin siquiera tener por lo menos por más minucioso que sea, interés alguno. Tú, que te hundes en los profundos lagos de la soledad y el dolor, engendrado a partir de las lágrimas de sufrimientos que brotan de los ojos cansados de tanto tormento de tus semejantes. Tú hipócrita que aún después de escuchar los gritos de agonía de tus semejantes, te empeñas en ensordecerte bajo el absurdo pensamiento “No es asunto mío.”, tú empeñado en actuar bajo indiferencias absurdas bajo la primicia que nada te afectará. Tú hipócrita por excelencia que profetisas soluciones y dolor cuando tus actos profanan tus palabras. Es en ti donde reside la peor de las miserables esencias del ser, pues a diferencia del prepotente o egocéntrico, tú no vives por interés propio, tú vives por el interés de él, aún sabiendo que éste te daña.
Tú hombre moderno que ante los ojos de cualquier otro podrías ser una víctima puesto que ante lo que he pregonado, se pudiese entender o mejor dicho mal interpretar la prosa mediante la cual intento encarecidamente mostrarte aunque sea de una forma tan tormentosa u atroz para ti, el hecho de tu evidente decadencia, el que eres un error actual del pasado. Sin embargo, no busques justificar o mejor dicho denigrar aún más tu esencia al buscar tan cobardemente culpables, puesto que parecieras haberte olvidado que el hombre sabio y por consecuencia supremo, no busca culpas ajenas a fin de justificar, absolverse o exonerarse de toda culpabilidad en él, sino por el contrario, se hace responsable de la culpabilidad de sus actos así como la de todos aquellos que lo involucren, a fin de lograr el mejor de los resultados de éstas, las cuales son las lecciones. Tales lecciones que permiten la superioridad en el ser, puesto que enseñan e instruyen al hombre, perfeccionando su criterio y de forma consecuente esfumando toda posibilidad de denigrar su ser, puesto que el hombre no puede ser ajeno a errores, sin embargo, el sucumbir en más de una ocasión al mismo, es solo signo de torpes. Para desgracia tuya hombre moderno, el termino lección pareciera no tener significado algo, sino por el contrario repites exhaustivamente los errores que ya has cometido. Tú, hombre moderno, torpe por excelencia, carente de criterio o mejor dicho, con criterio corroído, merecedor de desgracias puesto que te dejas engañar de manera tan repugnante por aquellos que te rodean, tú que te dejas persuadir de manera tan descarada por aquellos que te juran solemne y encarecidamente amor eterno, cuando ni siquiera tratan de brindarte lo mejor de ellos y vierten en tu ser, como si de un basurero se tratase, cantidad de deshechos a fin de saciar un ego, regido bajo la absurda premisa de una autosatisfacción por el haber ofrecido lo mejor de ellos. Tú, hombre ignorante que fue forjado en ti modales en lugar valores, siendo ésto un total hipocresía puesto que los modales son tan solo los frutos o los actos llevados a cabo por medio o gracias a los valores, sin embargo, pese a ello, resultas más ignorante al momento de nutrirlos y sembrarlos en tus descendientes. Hombre infame que te dejas engañar y a la vez denigrar por aquellos que ante tus objetivos hacen obras sátiras. Hombre ingenuo que te dejas llevar por ese pensamiento forjado en ti a forma de credo, que reza de forma tan aberrante la falacia que la superioridad es hacer notar en los demás su inferioridad, justificando así el trato denigrante que tienes para con tus semejantes al momento de realizar tus actos. Tú, hombre carente de todo respeto alguno, ya que no presentas existencia de éste para con tus semejantes así como de igual manera no muestras siquiera respeto alguno para con ti mismo. Hombre que no respetas a aquello que por simple naturaleza va en contra tuya, aún sabiendo que el respeto es uno de los más fuertes pilares del mejor de los criterios, ya que por medio o a través de él, se hace perceptible lo que ante simple vista no lo es, es decir, el respeto amplia tu vista dejándote ver más allá de lo evidente, permitiéndote ver el trasfondo de las personas y como acuñan y ejercen aquel poder que por derecho les es engendrado.
Hombre que del poder no tiene significado alguno puesto que el respeto amamanta al poder y este último a la superioridad. Hombre que no respeta a sus virtudes ni pasiones, es hombre que no tiene derecho a la vida puesto que ésta última lo tiene a merced provocando que la vida haga al hombre en lugar de que el hombre haga su vida. Hombre impotente y decadente, ya que sucumbes ante el poder de la vida, dejándote llevar por la corriente desbocada por lo que creado está, regido bajo absurda premisa de sobrevivir sabiendo lo denigrante que esto es. Hombre experto en decadencias puesto que tras el día a día denigras más tu espíritu. Hombre impuro, puesto que tu plato del día a día es la soberbia o el egoísmo, satisfaces tus necesidades a la vez que te humillas puesto que comes de aquello que no sabes, sin saber que provocaras un mal mayor al provocar en aquellos que instruiste una mayor hambruna. Hombre infame e ignorante que te engañas al creer respirar aires de altura o grandeza, cuando sabes que éstos apestan por la gran podredumbre que te entierra en las profundas de tus miserias. Hombre cobarde que vive de la miseria, te percatas de las grandes cumbres que puede alcanzar, sin embargo por el temor que te abruma al saber que ello conlleva prefieres no emprender la marcha sino por el contrario, pierdes todo deseo alguno por saciar tu sed de poder, y te conformas bajo la absurda idea del ser realista, sabiendo que la realidad es construida por el hombre. Hombre hipócrita que juras encarecidamente dolor y tristeza por las agonías y sufrimientos que actualmente afrontas, sin embargo, por el esfuerzo que con lleva el existo, te doblegas y sucumbes ante la pereza, misma que no es más que un disfraz, un derivado o un igual de falta de autoestima, falta de valía. Hombre repugnante que denigras a tu esencia al odiar y desear el peor de los males a aquellos superiores a ti, aquellos que poseen lo que tu más deseas, sin embargo, olvidas que el desear no es conseguir. Hombre que merece ser menospreciado puesto que idolatras devotamente a otros cuando lo más honrado que debes ofrecer es una admiración, misma que no es más que el mayor de los respetos.
Hombre moderno has perdido todo lo que te había sido heredado, a causa de ello sucumbes ante el poder de tus invenciones sabiendo de por medio que están nacen para ti y no tu para ellas. Eres ahora esclavo de la moneda. Dejas que tu trabajo sea estimado en ella cuando el trabajo debe de hacer a la moneda. Denigras tu esencia al infravalorar tus virtudes cuando a lo máximo, éstas solo cosechan lo suficiente para satisfacer aquella cobardía que tu llamas, el vivir al día. Abandonas aquellas virtudes que en tu interior gritan exhaustivamente desarrollarse en ti y materializarse en la realidad a fin de proliferar en ti, esos frutos que darán para vivir, los abandonas al desinteresarte por ellas, por medio de diversas excusas siendo la más favorita por ti, el famoso falta de tiempo, tremenda barbaridad de falacia, se te ha olvidado hombre moderno que el tiempo es una percepción engendrada por tus predecesores y que ha sido heredada por ti, sin embargo, cualesquiera que sean las excusas que te empeñas en alimentar, debes de tener en cuenta que todas ellas te llevan al mismo sendero, tu decadencia. Por otro lado, tú, hombre moderno egocéntrico, portador del poder del ahora, se respetuoso con tus semejantes que intentan o han logrado la superioridad de sus virtudes, respétalos y a la vez honraros al pagar de manera merecedora por sus esfuerzos, por la calidad del fruto de sus virtudes, no te ahogues en tu egoísmo y veas por tu interés al aprovecharte de la situación , puesto que tu posiblemente quizás hayas pasado por la misma situación que ellos al menos que, de forma lamentable te haya sido heredado tal poder, caso denigrante ya que todo hombre debe forjar su futuro y no ser heredado, si tal fue tu caso, debes administrarlo bien puesto que el mundo del hoy no será igual al de mañana, por lo tanto , no te aproveches de la situación al pagar de manera empobrecida o no pagar a aquellos que intentan superiorizar sus virtudes o a aquellos dado a tus atroces actos que ni siquiera lo intentan. No te denigres al sentirte superior a tus semejantes haciéndoles notar su inferioridad, puesto que esta es la peor de todas las miserias o bajezas.
Hombre moderno, no seas cobarde, imprudente e ignorante al sentirte inferior, menospreciado o eclipsado por uno de tus mejores inventos del cual te tiene por esclavo en estos días. Sucumbes ante el poder de la presencia de las maquinas inferiorizas a tu ser, puesto que te menosprecias al considera que la maquina hace todo por ti o aquellos que tienen el poder, de manera consecuente pierdes por completo el hecho de que las maquinas tan solo son una más de las tantas herramientas de trabajo que tienes a tu merced. Pasas por desapercibido la verdad irrefutable que la maquina trabaja para ti y no tu para ella. Pierdes todo anhelo de desarrollar y engendrar virtudes en ti, sin embargo, debes de tener en cuenta que la maquina tan solo es un portal más a la invención y descubrimiento de nuevos conocimientos que permitirán una superación en ti, debes de tener en cuenta que la maquina es torpe al no contar con un criterio, por ello, existen labores que no puede desempeñar.
Hombre moderno cuyo mundo fue heredado particionado, deja de ser soberbio y respeta lo que antes de ti fue forjado con la justificación del bien común y que a causa de ello debe permanecer en tal estado, a menos que, un mejor bien común actual pueda suplantarlo. Hombre moderno cuyos intereses desean fulminar o acentuar más las barreras, ten en cuenta que toda frontera debe ser imaginaria ante tu percepción, sin embargo, considera siempre el hecho de respetar aquellos dominios dueños de anfitriones que no desean tu presencia, puesto que tarde o temprano se verá forzado a cambiar de opinión, si no bien quizás a causa propia, sí lo será por aquellos que en él aquel dominio habitan, puesto que necesitaran a los demás. Por otro lado, respeta a los dominios ajenos que aceptan tu presencia, no seas aberrante y egocéntrico al querer por intereses propios corromper las leyes que rigen a tal dominio. Hombre moderno ten un criterio digno para administrar un dominio, sé lo bastante objetivo para ofrecer siempre visitas y trata a tus visitantes como te gustaría que tratarán a ti y a los que en tu dominio habitan, de igual manera se objetivo al delimitar un trato de visita, puesto que en ocasiones es necesario saber el cuándo cerrar tus puertas a aquellos que profanan tus dominios, así como de igual manera aprende a no guardar rencores y ábreles tus puertas cuando consideres se han enmendado.
Hombre moderno no te dejes llevar por tus sentimientos y emociones, no trates de defender a otros con tanto ímpetu, sé objetivo y desarrolla muy bien tu criterio, dado a que de acuerdo a este debes actuar, recuerda que la ayuda es un pacto de dos y ante una confrontación alguien siempre sale perjudicado, sé lo bastante objetivo para seleccionar como perjudicado al que más culpabilidad tiene.
Hombre moderno, amante de guerras y que encarecidamente deseas mostrar al mundo tu supuesta superioridad, redefine tu concepto de guerras puesto que las llevas a cabo por cuestiones infames como el demostrar quién posee más poder así como un interés propio, en ambas poniendo de por medio a tu orgullo, debes de tener en cuenta que la guerra es la medida de acción más crítica puesto que por medio del respeto ya no es posible llegar a solución alguna, sin embargo toma como criterio un bien común global.
Hombre moderno, no menosprecies las palabras que un hombre enfermo te brinda, no dejes que el aire sea su único escucha o que la morada en donde su mensaje reside de forma permanente sea olvidada, ten en cuenta que en pos de un enfermo siempre viene una lección, después de todo, el enfermo de sufrimientos experto es, y su único objetivo es la sanación, ya sea para él o para los demás, a causa de fulminar con la posible existencia de sufrimiento alguno.
Hombre moderno, aprende de tus pasados, escucha a tu presente y mejora tu futuro. Forja en ti aún por más tarde que consideres que sea, un criterio digno admiración, ese criterio que en ti no fue cultivado y por lo cual ahora sufres. Aparta de ti ese egocentrismo vestido de prepotencia o debilidad que en ti lamentable fue sembrado y que con tanta devoción hoy cosechas. Deja en pos de ti lecciones para tus sucesores, sin embargo, sabes lo que esto significa, corrige progresivamente tus errores a fin de que estos no renazcan de sus cenizas.
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