La soledad camina libremente
La soledad camina libremente
La desolación y la desilusión son capaces en estos días de penetran en cualquier persona, después de todo, la melancolía no es algo ajeno a la humanidad. Todos, por más amargo, deprimente y... quizás sombrío que suene, todos tenemos algo porqué llorar, todos conservamos esa causa por la cual derramar aun por más pocas que sean, lágrimas de nuestros ojos. Sin embargo, hoy pareciera el mundo estar triste, hoy se puede respirar la tristeza en el ambiente, como si la neblina que cubre el cielo celosamente estuviese compuesta de las lágrimas de todas las personas. Mostrándonos de forma arrogante cual indignos somos de divisar los paraísos de la felicidad, aquellos campos en los cuales el astro rey acoge con un calor tan maternal. Hoy la neblina de un cumulo de sentimientos, todos ellos tristes en esencia, se respira e impregna en cualquier persona. Hoy el mundo pareciera estar triste a punto de llorar, la neblina pareciera entrechocar, coagularse, a punto de sucumbir dando lugar al peor de los diluvios. Hoy la soledad pareciera deambular libre por el mundo, en compañía de sus mejores amigos, aquellos que en conjunto con ella, conforman una de las tantas perfectas trinidades. Hoy la soledad camina paradójicamente alegre en compañía de sus mejores amigos, vestida con su mejor atuendo, aquel que la hace irradiar de perfecta e irresistible belleza, aquel que la convierte en el centro de todas las miradas terrenales sin importar la situación, sin importar la compañía. Hoy la soledad viste esas prendas con esos matices oscuros capaces de emanar una calidez tan acogedora. Hoy la soledad camina con una hermosa sonrisa pintada en su rostro, misma que pareciera perdurar por la eternidad, vestida de nostalgia, tomada de su mano izquierda por el más impetuoso y cálido frío. Mismo frío que pareciese alimentarse del fuego que emana de los latidos del corazón de las personas hasta el punto de extinguir la más mínima brasa en él. Un frío que se alimenta del instinto, de la vehemencia, de la gallardía , de los sentimientos...de las emociones. Un frío que mama del seno de su madre llamada vida, un frio que se nutre de su fervor, para posteriormente traicionarla fulminando su existencia con el más ardiente fuego, cuyo primer contacto es el espíritu. La soledad y el frio juegan y hacen bromas durante su caminata por el sendero de lo que pudiera ser el infinito. La soledad y el frío son complacidos, honrados y felices por su otro mejor amigo que toma la mano derecha de la soledad, la más profunda, misteriosa pero a la vez reconfortante oscuridad. Aquella oscuridad complemento perfecto de la trinidad, aquella en la que ningún par de ojos puede divisar su entorno, aquella oscuridad en que ningún oído puede percibir ruido alguno, aquella oscuridad en la que ninguna voz puede emanar sonido alguno, aquella oscuridad en la que se pierde todos los sentidos, incluyendo el de la propia existencia. Hoy la soledad camina libremente, jugueteando, sonriendo, con sus mejores amigos, caminan en el sendero que más les agrada, el de la vida. Hoy las personas no cruzan miradas, no entablan conversaciones, aún por más deseo de los pocos, las palabras no se materializan en sonidos. Hoy los sentimientos parecieran no existir, sino tan solo como alegorías a algo imaginario. Hoy las fronteras entre las personas son más visibles, más resaltantes, más grandes. Hoy la soledad camina en compañía de sus mejores amigos, conformando la tristeza. Sin embargo, aún reside felicidad en mi ser puesto que sé que la tristeza es solo el umbral, un prólogo a la paz. Sé y espero con ansias a aquel viejecito que se aproxima con pasos lentos a fin de alcanzar a esos tres adolescentes a los cuales ama con tanta devoción. Espero desesperadamente divisarlo con sus prendas resplandecientes. Espero con gran júbilo mi encuentro con él, no por la disculpa que brinda a todo aquel que se encuentra a fin de justificar todo dolor alguno que pudieron causar sus tres amados, lo espero ansiosamente por ese presente a forma de reciprocidad puesto que sabe que las palabras no son suficiente para compensar tanto sufrimiento. Espero ese regalo que solo él me puede dar y que hace alusión a su nombre. Espero la muerte.
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